Me arriesgo a afirmar que casi todos nosotros, hemos recorrido, aunque más no sea con la imaginación, millares de lugares; soñándolos propios, intentando hacerlos nuestros, tratando de encontrar un lugar en el mundo, un lugar que nos pertenezca, y que le pertenezcamos.
Un lugar donde nos sentimos seguros, abrigados, confiados, animados..., y por que no? queridos...
A veces ese lugar, no es un espacio físico, no tiene un tiempo determinado; a veces es sólo un recuerdo, o una esperanza; un deseo, una realidad, una emoción...
Puede tener olor a café, a verano... Nos roba una sonrisa, o nos anuda la garganta, pero siempre hay anhelo y felicidad.
A veces ese lugar, no es un espacio físico, no tiene un tiempo determinado; a veces es sólo un recuerdo, o una esperanza; un deseo, una realidad, una emoción...
Puede tener olor a café, a verano... Nos roba una sonrisa, o nos anuda la garganta, pero siempre hay anhelo y felicidad.
Puede que ya sea un lugar ocupado, tal vez alguien que invite a compartir su lugar en el mundo...
Una excusa, una copa de vino, una carta, una lágrima, un boleto de tren, un abrazo, un paisaje, una frase, un perfume, una carcajada, un día de lluvia, una caricia, una foto, un enojo, una mirada, una anécdota, junto a cada cosa que nos signifique algo importante en nuestras vidas sirven de bisagra.
No se ustedes, pero yo todavía sigo buscando el mío. A veces creo haberlo encontrado por un ratito, o por lo menos creo saber dónde buscar, pero la duda me hace su víctima.
Por el momento, estar en la playa, a la tardecita, enterrando los pies en la arena, sentado, mirando el mar mientras el viento me acaricia la cara, hace que me de cuenta de por que quiero tanto lo que quiero....
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